Barcelona recibe, cada día, la visita de miles de visitantes que inundan sus calles para conocer cada rincón de la ciudad. Sus Ramblas, L’Eixample, el Parc Güell, la Sagrada Familia y la Casa Batlló son algunos de los lugares más deseados por los turistas, que se quedan, embelesados, admirando su belleza. Pero, más allá de la superficie, metros bajo tierra, se esconden, silenciosos, múltiples lugares que, en la antigüedad, eran de utilidad y eran recorridos por aquellos que no querían ser vistos.
A pesar de no ser tan conocida, la Barcelona subterránea es una propuesta alternativa ideal para aquellas personas, que ya han visto y disfrutado de los sitios más emblemáticos, y buscan adentrarse en una aventura de lo más interesante.
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Refugios antiaéreos
Cataluña fue un territorio que, como el resto de comunidades autónomas, se vio gravemente afectado por la Guerra Civil española, entre los años 1936 y 1939, que puso fin al gobierno republicano. Uno de los momentos más críticos en cuanto a bombardeos, fueron los días 16, 17 y 18 de marzo de 1938, a cargo de los aviones italianos, bajo la orden de Mussolini.
Como consecuencia, y con el objetivo de salvar las vidas de los civiles, se crearon, durante los años de guerra, una gran cantidad de refugios antiaéreos por toda la ciudad, que acabaron sumando hasta 1.322, los cuales se concentraron, especialmente, en los distritos de L’Eixample, Ciutat Vella, Sants-Montjuïc y Sant Martí, entre otros. El único de los barrios que no cuenta con este tipo de bunkers es el de la Barceloneta, debido a la poca profundidad de la zona, al encontrarse al lado del mar.
Uno de los más característicos y mejor conservados es el Refugio 307, construido a mano de los vecinos del pequeño barrio de Poble Sec, al cual se podía acceder a través de tres entradas distribuidas por la calle Nou de la Rambla. Este espacio subterráneo engloba unos 400 metros de túneles, que conectaban diferentes estancias, como eran lavabos, una fuente, una sala de enfermería, así como una zona dedicada a los más pequeños y al hogar. Este refugio se puede visitar, con reserva previa.
En el barrio de Gràcia encontrarás otro de los más relevantes, el refugio de la plaza del Diamant, que ocupa toda la explanada subterránea de esta plaza. Este búnker, con acceso desde la misma plaza, tiene una profundidad de unos 13 metros, y una capacidad para unas 270 personas. Se puede visitar, todos los domingos del año, por las mañanas.
Otro de ellos es el refugio 267 de la plaza Revolució, parcialmente derruido por la construcción de un parking. Lo poco que queda de este lugar se ha convertido en un pequeño museo, abierto al público.
Además de los refugios que encontraremos bajo plazas y vías principales, también se esconden muchos bajo edificios, como, por ejemplo, el búnker 312-3 de debajo del Mas Guinardó, conocido como ‘Flors de Maig’, por el nombre una de las calles de acceso. Actualmente, ha desaparecido uno de los tramos, y la zona existente se puede visitar, de vez en cuando, en visitas guiadas. Otro de los refugios de este tipo son el del Palau de les Heures, un equipamiento modernista que tenía como finalidad, en su momento, ser residencia del presidente de la República española.
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Depósitos de agua
La Barcelona subterránea cuenta con un amplio abanico de depósitos de agua bajo tierra, como, por ejemplo, el del Rey Martí I el Humano, que se encuentra bajo la antigua residencia de este, junto a la Torre Bellesguard, un extenso espacio diseñado por el reconocido arquitecto catalán Antoni Gaudí. También, el depósito de aguas pluviales bajo el Parc Güell, también del mismo artista.
Por otro lado, cabe destacar el túnel que conecta la Casa de l’Aigua de la Trinitat Vella con la Casa de l’Aigua de la Trinitat Nova, construido, en la segunda década del siglo XX, por la compañía Aigües de Montcada. Y el depósito subterráneo de aguas pluviales del Parc Joan Miró, con una capacidad de unos 70.000 metros cúbicos.
Estaciones fantasma
La primera línea de metro que se construyó en la Ciudad Condal se inauguró el año 1924, inicialmente, con solo 4 estaciones. A lo largo de los años, el entramado subterráneo se ha ido aumentado notablemente, hasta conseguir, en la actualidad, hasta 8 líneas diferentes, con 165 estaciones.
Con el crecimiento de esta compleja red, algunas de las estaciones han caído en desuso, convirtiéndose en lo que conocemos como ‘estaciones fantasma’. Actualmente, hay hasta 12 espacios abandonados.
Algunas de ellas no llegaron a abrirse al público, como la estación Banco, de la línea 4; o la de Gaudí, de la L5, construida en 1952. También está la estación Correos, cerrada en 1972, la cual todavía conserva algunos carteles publicitarios de antes de su cierre; así como la de Ferran, clausurada en 1968; o la de Bordeta, una estación al aire libre, cuya actividad finalizó en 1983. Otras de ellas nunca fueron construidas, como la de Travessera, de la línea 3.
Otros espacios subterráneos
Además de los espacios subterráneos que hemos comentado, existen otros que también tienen relevancia en la historia de Barcelona, como la extensa red de alcantarillado, que recorre toda la extensión de la ciudad, con 1.700 kilómetros de túneles. Cabe destacar que este complicado laberinto fue escenario de la huida de unos presos de la cárcel La Model de Barcelona. Otros de los lugares destacables son el yacimiento del Mercado del Born; y el baño árabe que se encuentra en Aire Barcelona.
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