La Costa Brava es famosa mundialmente por sus calas turquesas y sus acantilados escarpados. Es justo al final del día, cuando el sol se despide sobre el horizonte o se esconde tras las montañas del interior, cuando esta franja costera de Girona revela su momento más mágico.
A lo largo de sus más de 200 kilómetros de litoral, la Costa Brava ofrece innumerables miradores y playas para esta contemplación. En esta guía, nos centraremos en algunos de los puntos más espectaculares, como Tossa de Mar, S’Agaró, Sant Feliu de Guíxols, Blanes, Palamós y las Islas Medas.
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Blanes: el mejor atardecer desde el Mirador de Sa Palomera
Para aquellos que buscan un atardecer con el sol hundiéndose directamente sobre el horizonte, la parada obligatoria es Blanes, específicamente el icónico Mirador de Sa Palomera. Este gran peñasco de roca, unido a la tierra por un corto istmo, marca geográficamente el punto donde comienza (o termina) la Costa Brava, conocido como la puerta de la Costa Brava.
La ubicación de Sa Palomera ofrece una perspectiva privilegiada que se extiende sobre las playas de Blanes a un lado y el mar abierto al otro. Al atardecer, el cielo se convierte en un lienzo vibrante mientras el sol se desliza hacia el oeste, ofreciendo unos tonos rojizos y anaranjados de gran intensidad.
Además de ser un mirador natural de primer orden, Sa Palomera es un símbolo: el punto exacto donde la Costa Brava arranca su recorrido, haciendo que el acto de observar el ocaso desde aquí sea doblemente memorable.
Tossa de Mar: esplendor medieval en la puesta de sol
El atardecer en Tossa de Mar ofrece una de las imágenes más icónicas de toda la Costa Brava, y el mejor lugar para presenciarla es, sin duda, la Platja Gran. A diferencia de otros puntos donde el sol se oculta sobre el mar, en Tossa, la magia reside en la espectacular silueta que se forma.
Al caer la tarde, el sol proyecta una luz cálida sobre el Mediterráneo y tiñe el cielo de tonos dorados, naranjas y malvas. Esta luz de fondo contrasta perfectamente con la majestuosa Vila Vella, el recinto amurallado de Tossa de Mar. La imponente muralla y sus torres de vigilancia, iluminadas por la luz indirecta, se convierten en una estampa casi cinematográfica. La experiencia desde la arena de la Platja Gran es tranquila y romántica, ofreciendo un primer plano de la bahía y la oportunidad de capturar la postal más famosa de la Costa Brava.
Si quieres optar por otra perspectiva, también puedes subir por las calles adoquinadas de la Vila Vella hasta llegar a la Església Vella de Sant Vicenç, cuyo mirador te permitirá disfrutar de una panorámica de la bahía de Tossa de Mar.
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Sant Feliu de Guíxols: el mirador donde nació la Costa Brava
En Sant Feliu de Guíxols se encuentra un mirador con una carga histórica inigualable: el emplazamiento de la Ermita de Sant Elm.
Este no es solo un punto con vistas privilegiadas, sino el lugar exacto donde, según cuenta la leyenda, el poeta Ferran Agulló se inspiró para bautizar este litoral como la «Costa Brava» en 1908, maravillado por la belleza escarpada de sus acantilados.
El Mirador de Sant Elm se alza sobre un promontorio rocoso que domina la bahía de Sant Feliu. Desde aquí, la vista se abre majestuosamente sobre el puerto, la playa y la línea irregular de la costa. Es un destino perfecto para los amantes de las vistas panorámicas con un profundo sentido histórico.
S’Agaró: la mejor puesta de sol desde la Punta d’en Pau
La experiencia del atardecer en S’Agaró es sinónimo de elegancia y tranquilidad, y su mejor punto de observación es la Punta d’en Pau, un saliente rocoso que forma parte del célebre Camí de Ronda.
Desde la Punta d’en Pau, la vista se extiende sobre la bahía de Sant Pol, enmarcada por las villas señoriales de S’Agaró, con sus paredes blancas y sus jardines impecables.
La Punta d’en Pau es, de hecho, un pequeño islote rocoso que se ha separado de la tierra firme. Esta separación se debe a la erosión: un estrecho canal de agua poco profundo, conocido como freu. Este canal encajado entre paredes verticales crea un efecto visual dramático y singular que dota al lugar de gran carácter paisajístico.
Atardeceres en Palamós y las Islas Medas
Para un atardecer que combine belleza natural y encanto tradicional, la Cala S’Alguer en el municipio de Palamós es insuperable. Este lugar no es solo una cala; es un pequeño y bien conservado asentamiento histórico de pescadores que ha sido declarado Bien de Interés Natural. El verdadero atractivo de S’Alguer al atardecer son sus casas tradicionales (barraques): construcciones sencillas y coloridas que se alzan justo en el borde del mar.
Por otro lado, si buscas una silueta dramática que corte el horizonte marino, la mejor perspectiva la ofrecen las Islas Medas, aunque la observación se realiza desde la costa, concretamente desde la playa de L’Estartit (Torroella de Montgrí). Al atardecer, la luz se despide por el oeste, dejando que las islas se conviertan en una masa oscura y definida que contrasta intensamente con los tonos rojizos y violáceos del cielo.
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