Barcino: el legado romano oculto de Barcelona

La actual Barcelona, con su bullicioso ambiente y modernidad, esconde bajo sus calles el corazón de una ciudad milenaria: la antigua Barcino. Fundada entre los años 15 y 10 a.C. bajo el nombre completo de Colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino, esta pequeña urbe se levantó sobre el Mons Tàber 

Con la caída del Imperio romano y la llegada de los visigodos, Barcino dejó de existir como tal y sus habitantes sentaron las bases de la Barcelona medieval. Hoy en día, el visitante puede toparse con retazos de este pasado ancestral en el barrio Gótico y su entorno. Fragmentos de la antigua muralla defensiva, restos del acueducto o columnas recuperadas del Templo de Augusto evocan a Barcino en medio de la ciudad moderna.  

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Historia de Barcino 

La colonia romana de Barcino se fundó al final de la era republicana romana, en el reinado de Augusto. Aunque la zona había estado habitada por íberos (los layetanos), no hay constancia de un núcleo urbano previo en el Mons Tàber cuando los romanos establecieron la ciudad, destinada probablemente a acoger a militares veteranos. Barcino creció lentamente y, pese a su reducido tamaño, gozó de una notable prosperidad gracias a su situación estratégica junto al mar y en rutas de paso. 

El auge de Barcino se sitúa entre los siglos II y III d.C., coincidiendo con el máximo esplendor del Imperio Romano. A partir del siglo III la ciudad, al igual que todo el Imperio, sufrió un declive económico y demográfico. Sin embargo, ya en el siglo IV Barcino recuperó importancia: su robusta muralla la protegía de invasiones y le permitió incluso adelantar a Tarraco. Con la caída de Roma, Barcino fue ocupada por los visigodos; poco a poco desapareció como ciudad independiente para dar paso a la Barcelona medieval.  

Trazado urbano de la ciudad romana 

La colonia de Barcino se diseñó con el esquema clásico de las ciudades romanas. Dos ejes principales la atravesaban ortogonalmente: un decumanus maximus, la calle principal de este a oeste; y un cardo maximus, de norte a sur.  

Barcino Barcelona's hidden Roman legacy

El decumanus partía de la puerta decumana oriental, ubicada en la actual Plaza Nova, y atravesaba lugares que hoy son la calle del Bisbe, la Plaza de Sant Jaume, la calle de la Ciutat y la calle Regomir, donde se situaba la segunda puerta decumana hacia el mar. El cardo, perpendicular a él, discurría por la calle de la Llibreteria, cruzando la plaza de Sant Jaume y la calle del Call, para continuar por los actuales Banys Nous y conectar con la Via Laietana en la plaza de l’Àngel. 

En Barcino se distinguía también un área central dedicada al foro, en lo alto de Mont Taber, rodeada de dependencias públicas. Allí se situaron el templo principal y otras edificaciones oficiales. 

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Roman walls Barcelona

Las murallas romanas 

La defensa de Barcino fue fundamental, y la muralla constituye el vestigio más espectacular de la ciudad romana. En la fundación de la colonia ya se erigió la primera muralla, construida con grandes sillares en opus quadratum. Alrededor del siglo III d.C. se añadió un segundo anillo exterior de refuerzo –de hasta 8 metros de ancho– adosado a la muralla original.  

Hoy sobreviven vestigios de aquella muralla repartidos por el Barrio Gótico. Por ejemplo, en la Plaça Nova aún puede verse la portada meridional de Barcino. Otros tramos se conservan en las casas de la calle Avinyó, 19, o en la calle de la Palla, conectando finalmente con la puerta septentrional cerca de la plaza de Sant Felip Neri. 

El acueducto romano 

El abastecimiento de agua fue otro logro destacado de Barcino. Los pozos locales no bastaban para una colonia en crecimiento, de modo que los ingenieros romanos construyeron un acueducto de más de 11 km, que traía agua de Montcada 

En la actualidad casi no quedan restos visibles de esa conducción: solo un tramo de unos 20 metros con cuatro arcos y cinco pilares se conserva en la plaza del Vuit de Març

Asimismo, en la Plaça Nova, junto al portal de la muralla, se reconstruyeron dos arcos en 1958 que señalan el punto por donde el acueducto accedía al interior de la ciudad.  

El Templo de Augusto 

En el corazón del foro de Barcino, se alzaba un templo dedicado al emperador Augusto. En la década de 1890 se descubrieron tres de las cuatro grandes columnas originales entre las obras del antiguo edificio del CEC (Centre Excursionista de Catalunya); poco después apareció la cuarta que estaba expuesta en la plaza del Rei 

La necrópolis de Barcino 

Junto a los límites de Barcino, discurría la vía sepulcral romana, un camino funerario que conectaba la colonia con sus campos exteriores. Este sendero a cielo abierto está documentado en la actual plaza de Vila de Madrid, donde se han descubierto restos de tumbas de habitantes de los siglos I a III d.C. 

El Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) 

Los vestigios de Barcino convergen hoy en el Museo de Historia de Barcelona. El MUHBA organiza y muestra la arqueología urbana en diversos emplazamientos. Su sede central se encuentra en la Casa Padellàs de la Plaza del Rei, donde se han habilitado excavaciones subterráneas con restos del foro, villas romanas y otros hallazgos.  

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